Hay días tan iguales, hay días en los cuales te levantas sin
objetivos, sin metas, sin ganas. Hay días pobres, días en los cuales no
aprendes, no entiendes o no te importa. Días en los cuales no crees en nadie,
no crees en nada, ni siquiera en ti mismo. Días en donde el hastío de la vida
es mayor, donde estás cansado de correr, de huir y de esconderte. Días en los
cuales te miras al espejo y no te reconoces, te desconoces no sabes quién eres.
Días en los cuales no te importa ser, no quieres cumplir, no quieres vivir. Días
fatídicos, días sin importancia, días perdidos, días sin relevancia. Días
hipócritas, en donde sonríes por educación, por orgullo, o solo por no llamar
la atención. Días que duelen, días que envenenan, que destruyen, días que no
valen la pena. Días sin ánimos, días en los cuales quieres quedarte acostado,
no pensar, no respirar, no escuchar tu corazón, no deambular en sueños ilusos,
perder el sentido, perder el camino, perder tus metas si es que las has tenido,
perderte en la oscuridad, o perderte en el vació. Días en los cuales no quieres
sentir, no quieres tener, no quieres amar, o simplemente te has dejado vencer. Días
en los que luchar es en vano, es perdido, es perder a cada segundo la cabeza,
es seguir sin un motivo. Días en los que estás muerto en vida, Días en los
cuales no ríes, no abrazas, no suspiras y solo caminas sin rumbo y con una
mirada perdida. Días lentos, días angustiosos, días dolorosos, días que no
parecen días, días llenos de repudio, días en los cuales... solo me llena el odio.
Carlos Osorio Rodriguez
Universidad del Tolima
Lic. Lengua Castellana
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